Cada día todos soñamos con cambiar el mundo volverlo mejor y si se puede un paraíso, pero aparentemente estos anhelos se quedan en eso para la mayoría de personas, sin embargo, afortunadamente existen héroes, simplemente unos rebeldes, que van tras ese noble cometido, aun sabiendo que los acompañaran pesares en el camino, pero con la confianza de que todo es posible, si se comienza aun dando pequeños pasos, a los que poco a poco deberíamos volcarnos todos con actos de generosidad para lograr convertir este mundo en ese ansiado Edén que todos hemos idealizado alguna vez.
Más, me he preguntado, si habrá la suficiente generosidad en nosotros para conseguirlo, pienso que sí, solo es cuestión de que abramos nuestros corazones, y hagamos nuestra esta tarea, ya sumándonos a las iniciativas existentes o ya proponiendo nuevas formas desde nuestras posibilidades.
Y solo bastará la generosidad para provocar esta transformación, probablemente no, pero encuentro que siendo generosos comenzamos a crear las condiciones para modificar nuestras circunstancias, debido a que ser generosos está al alcance de todos, porque solo se trata de proponérselo, y lo mejor de todo, no solo implica desprenderse de cosas materiales, por el contrario, ser generosos nos ofrece la oportunidad de comprometernos en una serie de actividades orientadas a conseguir el bienestar común, brindando nuestro tiempo a los que nos necesitan, compartiendo nuestros conocimientos con quienes no han tenido la fortuna de alcanzar una buena formación, inclusive sé es generoso teniendo un trato amable con el resto, ya que podemos instaurar ambientes más agradables, donde la gente pueda desarrollarse sin presión, o escapar de sus aplastantes efectos, también mostramos generosidad con nuestras palabras, al dar aliento, al mitigar las tristezas, al sonreírle a los otros y a la vida, al desenvolvernos con optimismo e infundiendo esperanza en los demás fortaleciendo su fe, escuchándolos y expresando respeto por su situación.
Confiemos en nuestra capacidad, para generar y motivar a nuestros semejantes a expresar también su generosidad sobre la base de lo que cada uno es y está en capacidad de entregar, cultivemos este valor en nuestros niños, para que el día de mañana, sean adultos de gran valía, seguros de sí mismos, capaces de mostrar su solidaridad y franqueza, interesados en el mundo que nos rodea y su progreso, y sobre todo comprometidos con este fin.
Ser generosos no debería circunscribirse a fechas específicas o actos aislados, debemos procurar que sea una constante en nuestro actuar, su práctica habitual contribuirá a erigir una sociedad más justa y mejor.
Las personas viven etapas marcadas por acontecimientos, tal vez estos influyan en la generosidad que puedan mostrar, aunque está actitud debería ser constante, independientemente de lo que uno experimente