Salía del Centro Cultural Peruano Japonés, a la acostumbrada una de la tarde, al término de mis clases y debía presentarme a las tres, en la sede del Poder Judicial que se encuentra en la avenida Arnaldo Márquez, tras almorzar y aún tener tiempo, decidí ir a pie hasta allí, vale decir, que para mí significaba toda una aventura, ya que, no soy partidaria de las largas caminatas, pero me lancé por las calles con nombres de países y ciudades como si estuviera en un tour, y para hacer más ligero el camino, imaginé que estaba de visita en cada uno de esos lugares, conforme me discurría por ahí, si ya estaba en Estados Unidos o ya en Río de Janeiro, la sola idea ya era genial, hasta llegar a mi esperado destino, y aun cuando me faltaba recorrer como diez cuadras, el entusiasmo que tenía me impulsaba como pocas veces a avanzar, fijándome en todos aquellos establecimientos que se encuentran sobre esta vía, incluido el Mercado de Jesús María, que si bien visité antes, ignoraba que se ubicaba sobre esta avenida, y con ello me di cuenta, que a veces solemos pasar por el mundo por pasar, sin percatarnos de lo que sucede.
Hacer este paseo a pie, me dio una noción y una perspectiva diferente de las cosas, en este descubrir tuve la sensación de que las distancias no eran tales, pero si ya me encontraba sorprendida por eso, algo me sorprendió aún más, en mi trayecto, vi a los trabajadores de la municipalidad que se encargan del mantenimiento de los jardines y áreas verdes, sin poder evitar, escuchar lo que comentaban porque lo hacían en voz alta, y con ello fijar mi atención en su actividad, dentro del grupo, vi a una trabajadora regresar a un espacio donde aparentemente, ya habían cortado el pasto, y realmente se veía bien, pero sus compañeros le preguntaron por qué regresaba, a lo que ella respondió – es que quiero hacer el trabajo bien – con la premura de cruzar la calle seguí el camino, pero esas palabras me causaron una conmoción y me acompañaron todo el día.
Qué significa, hacer un trabajo bien, sí quizás permanezco en esa escena, podría decir que hacer un trabajo bien, es hacer esa labor de manera prolija, es no solo cumplir con lo encomendado, es hacer más de lo que nos han pedido, es dedicarle tiempo y esfuerzo, y valorarlo, porque eso es lo que le da sentido a nuestra existencia, saber que a través, de ese trabajo bien hecho, podré satisfacer las necesidades propias y de la familia, sintiendo orgullo por él, porque para hacerlo no nos hemos valido de una trampa, o de algún acto perverso que asegure el bienestar propio.
Ejemplos como estos no se perciben o resaltan, no se ven porque quizás andamos de prisa y distraídos, no forman parte de titulares porque quizás no venden, pero si enseñan y dejan huella, nos animan y motivan también a querer hacer «el trabajo bien».
Miriam, realmente es todo un placer leer tus escritos,gracias por compartir tu perspectiva,te deseo lo mejor en este nuevo emprendimiento
Pueden verse cosas tan extraordinarias en las situaciones mas sencillas. Éxitos en tu blog Mirian.